Artista tusan grafica crónica migratoria
El septuagenario Alfredo Chang en pleno tallado de una escultura
Cuarenta piezas conforman la exposición “El hijo del inmigrante: La ruta”, con creaciones del pintor cubano Alfredo Chong e inaugurada en la Casa de Artes y Tradiciones Chinas, en el corazón del Barrio chino de La Habana, y que está dedicada a la Fiesta de la Primavera de China.
La muestra que el tusan está dedicada sobre todo a reflexionar acerca de la vida de los emigrantes, está conformada por las esculturas y pinturas en las que experimenta con técnicas, colores y texturas en busca de una definición precisa del camino a transitar.
“Todo esto es un reflejo simplemente de mi amor a la integración de ambas culturas, de los chinos y de los cubanos, y del reconocimiento a los que vinieron como avanzada desde China a mezclarse con lo que se estaba formando en Cuba entre españoles, africanos y aborígenes”, dijo a Xinhua.
Para Chong su trabajo intenta ser una crónica “de la vida de todos los chinos que han sido parte de mi infancia, mi juventud y adultez, que incluyen amigos y familiares”. Recordó además la importancia de haber recibido como herencia “una cultura muy fuerte, milenaria y con una tremenda vocación por el humanismo y la humildad”.
Una de las principales piezas de la muestra es la escultura “Nostalgia lejana”, que reproduce la imagen de un anónimo emigrante en recordación de una persona que siempre se sentaba en una de las aceras del Barrio chino habanero. También sobresale “Cabeza dividida”, una pieza que recoge el dilema de aquellos que, al ser hijos de emigrantes, se debaten entre el influjo de dos culturas lejanas y muy diferentes.
Entre las pinturas se destaca el tríptico “Huellas” que expone una de las obsesiones del artista, empeñado en transmitir un discurso en el que no existen fronteras para el libre movimiento de los hombres, pues, dice, los animales se mueven sin reconocer esos límites artificiales creados por el hombre.
“Alfredo Chong es un artista que tiene un gran magisterio en lo que hace tanto en pintura como en escultura”, afirmó Teresa Toranzo, la curadora de la exposición. La especialista consideró que el artista ha retratado a la naturaleza y al paisaje cubano, pero a su vez ha dejado para la posteridad la memoria de personajes antológicos del Barrio chino de La Habana y de la presencia china en Cuba.
A sus 75 años, Chong es un jubilado y graduado de biología y entomología en la Universidad de La Habana, y ha dedicado los últimos veinte años a pintar y hacer esculturas de pequeño y gran formato con papel maché, obras en las que casi siempre aparecen motivos o sutiles influencias de la cultura china.
Como miembro de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA), el pintor autodidacta es hijo de Chong Yiman, un campesino, natural de la sureña provincia de Guangdong. Papá Chong llegó a la isla con 19 años, en 1921, atraído por las historias de un tío que viajó antes y se asentó en la ciudad de Holguín, a unos 670 kilómetros al este de La Habana, ciudad esta último a la que se trasladó su hijo cinco décadas después.
Chong considera que llegó tarde a la pintura, pues comenzó cuando tenía unos 50 años, como una necesidad de expresar el rico mundo interior que posee, en el que tiene un papel importante el Feng Shui, el antiguo sistema filosófico chino de origen taoísta, basado en la ocupación consciente y armónica del espacio.
Pero por encima de todo, la obra del veterano artista expresa la influencia de una cultura lejana que está enraizada en cada pieza de este cubano que de manera sutil nos lleva a la lejana China.