Nueva York
Martha Ruiz Ruiz posa con su hija Kiara de niña; el tiempo pasa, y la mamá la felicita por su bachillerato en Salud Pública en la Universidad de Brown, Estados Unidos, en mayo del año pasado; este año, la joven está matriculada en la Escuela de Medicina de Warren Alpert. Un binomio que se autoayuda.
Por: Kiara Corcoran Ruiz
“En realidad es mi cumpleaños, “my birthday, no el tuyo”, me dijo mi madre. ¿Cómo puede ser tu cumpleaños mamá?, ¡yo soy la que nací! Pues es el día que te di a luz, es my birth day”, me replicó.”
En inglés, birthday significa cumpleaños, mientras birth day es, literalmente, la fecha del alumbramiento. Aunque a ella siempre le gusta jugar con palabras, como este calambur, mi mamá –como siempre- tiene razón; mi día, mi cumpleaños, son igualmente suyos como míos. Entonces, si los cumpleaños son así, ¿qué significa el Día de la Madre?.
Reconocemos ese día universal como un momento especial para apreciar todas las cosas que las madres hacen por sus hijos. En los Estados Unidos, un estereotipo de celebración es que los hijos preparen el desayuno, realicen las tareas domésticas y estén a las órdenes de la progenitora. Es un día familiar pero relativamente normal.
Empero, en realidad, como mi madre diría “es nuestro día también, como hijos e hijas”. Ellas nos enseñan más allá de solamente cocinar y limpiar. Entonces, debemos considerar cada Día de la Madre como un momento de reflejar y hacer un balance de lo que nos capacitan y se sacrifican por nuestro bienestar.
Mi mamá siempre me crío pensando en el futuro. Mis metas no tenían límite. Siempre me empuja a pensar en grande; si otros pueden lograr todo lo que quieren, estudios, profesión, viajes, etecétera, “por qué yo no?” Aprendí de ella cómo ser independiente al observar todo lo que hacía.
Por largos años, mientras crecía, ella desempeñaba varios roles; mi cocinera, mi chofer, mi porrista y mucho más. Pero, además, ví sus otros papeles que la caracterizaban: profesional eficiente, voluntaria, anfitriona de nuestras fiestas y excelente amiga.
A través de observar lo independiente y trabajadora que es mi madre, entendí que ser madre empezaba por ser una persona de generoso carácter. Entonces, reconozco que mis acciones diarias reflejan las lecciones que sigo asimilando de ella. Cuando pienso en las metas que voy cumpliendo, mi mamá merece también el reconocimiento. Sin su sapiencia, quizás no sabría qué hacer o cómo preservar.
Particularmente, le di un regalo muy personal, que creo es constante, que se sienta orgullosa de mí, que sepa que soy digna heredera de su sapiencia, valor y enseñanza.