TRADICIÓN DE AÑO NUEVO CHINO

La historia de cómo se formó el calendario lunar y el por qué de los 12 animales que figuran en el registro se pierde entre leyendas pretéritas, aunque virtualmente concuerdan en el orden de posiciones: Rata (Ratón); Buey (Búfalo); Tigre; Conejo; Dragón; Serpiente; Caballo; Cabra (Oveja); Mono; Gallo; Perro; y Cerdo (Jabalí).
Los antiguos estudiosos de las artes geománticas sostienen que el relato y la descripción sobre la reunión convocada por el Emperador de Jade (otras versión señala a Buda, hizo el llamado en vísperas de su muerte) a la fauna, traduce fielmente el sentido del calendario lunar; agregando que no solo muestra el orden de llegada al llamado imperial sino que también define la personalidad de los nacidos en cada período.
Se dice que el Emperador de Jade (玉帝, pinyin: Yù Dì) o Augusto de Jade (玉皇, Yù Huáng), que residía el Reino de la Dicha Pura y de las Majestuosas Luces y Ornamentos Celestiales, puso en la ruta de los invitados, a la competencia, a manera de adversidad, un río de fuerte corriente y amplias orillas, a fin que cada animal en función de su talento y destreza pudiera arribar a la meta señalada.
La versión señala que la rata y el gato disputaban el primer lugar y, como no eran buenos nadadores, astutamente convencieron al noble buey para que los llevara en su lomo, pero cuando estaba éste cerca de alcanzar la orilla, el sagaz roedor empujó al gato al fondo de las aguas y saltó primero a tierra; el cuadrúpedo, noble y silencioso quedó segundo sin reclamar, pues no percibió la viveza de uno y la desdicha del otro; el felino no solo quedó fuera de la carrera y del horóscopo, sino que, desde entonces, se hizo enemigo del ratón y del agua.
Tercero quedó el tigre, contando que para vencer las contracorrientes tuvo que emplear su descomunal fuerza y que habría sobrevivido a muchas aventuras; empero, por su carácter agresivo y autoritario asustó al simio; asimismo, el equino quitó de su lista de amistades al roedor, por lo hecho al minino.
La cuarta posición la asumió el conejo que había saltado sobre piedras gigantes y terminó cruzando las aguas en un tronco; el conejo o liebre tiene a su favor su apariencia tranquila e inofensiva, así como su constancia e independencia, aunque su prudencia no es del gusto del gallo.
El mitológico dragón quedó quinto, sin aprovechar de sus alas para elevarse y arribar primero, pues para favorecer a los seres humanos perdió tiempo en hacer llover sobre tierras estériles, incluso antes de cruzar la línea final vio aferrado al conejo en peligro de caer del tronco y sopló fuerte a fin de ponerlo a salvo. El dragón, por todo ello, es considerado como el personaje central.
La ladina serpiente para evitarse el recorrido saltó sobre las ancas del equino, sin que éste lo notase, y ya cerca de la orilla lo asustó y lo hizo caer. El ofidio demostró su intuición y capacidad de calculador, quedando sexto. Por cierto, el porcino, que resalta por su honestidad, contó a los competidores la mala acción de la serpiente.
El caballo entonces pasó a ser el séptimo, a pesar de galopar y nadar con fuerza, pues por su espíritu aventurero e independiente y el temperamento optimista y voluble, por momentos olvidaba la carrera pensando que iba a superar el resto.
Tres de los animales, con afán colectivo, decidieron unir fuerzas para superar el río, La cabra que ideó el plan; el mono que despejaba la maleza; y, el gallo que construyó la barca. El mamífero se hizo acreedor al octavo lugar, un número mágico, cargado de fortuna, para la cosmovisión china, por su visión y fuerza interna; el simio, noveno, se describió como inteligente, versátil y pragmático; el gallo, décimo, por ser tan complejo pero resuelto.
El perro, considerado el mejor nadador del reino del Emperador de Jade, recibió el número once, confesando, en su honestidad y lealtad, que no pudo resistirse al agua fresca y se entretuvo jugando, El cerdo cerró con el número doce, afirmando que en el transcurso de la carrera se quedó plácidamente dormido.