CÁLIDA VISITA DE PRINCESA KAKO

Singular encanto y sobriedad

Fotos: Julio César Barriga / Jorge Calderón

Sea vistiendo trajes que caracterizan el rango imperial, en las citas protocolares, o convencional –estilo occidental- en concordancia a los lugares de visita durante su permanencia en el país, la Alteza Real Princesa Kako conquistó a la sociedad peruana con su cautivante espíritu, afabilidad y sencillez; por ello, es considerada en Japón símbolo de la esperanza, al igual que su abuela, la entonces princesa Michiko y hoy emperatriz emérita.
Kako, hija de los príncipes Akishino y Kiko, sobrina del emperador Naruhito, es nata de Chiyoda, metrópoli especial de Tokio, y cuenta con títulos de Interpretación y Piscología por la Universidad de Leeds (Reino Unido). Ella asumió la responsabilidad y obligaciones de su hermana mayor Mako, quien dejó de poseer el título al casarse con un plebeyo; empero, por la imperante ley sálica esta impedida de ser nombrada emperadora; su hermano menor Hisahito es el designado en la sucesión.
Cumpliendo actividades
A pocas horas de su arribo a Lima, en el contexto del sesquicentenario del establecimiento de relaciones bilaterales Perú-Japón, la princesa asistió a la sede del Centro Cultural Peruano Japonés (CCPJ), en Jesús María, sosteniendo una sintonizada y amena conversa –sin olvidar los discursos de orden- con dirigentes de antigua y nueva data de la comunidad nipona, resaltándose el historial y la integración de los natos del país archipiélago y sus descendientes en la promisoria tierra peruana.
Kako sostuvo un encuentro con la presidente Dina Boluarte en la sede de Palacio de Gobierno, acompañada del embajador Tsuyoshi Yamamoto, en la que se reafirmaron los lazos de amistad y de tareas conjuntas entre las dos naciones, tendiendo a mayores encuentros oficiales para profundizar el vínculo que los une. “Su presencia es un testimonio excepcional de dicha vinculación, contribuyendo a fortalecer y proyectar el futuro en beneficio de nuestros pueblos”, acotó la jefe de Estado.
Previamente, la ilustre visitante concurrió a la sede central del ministerio de Relaciones Exteriores (Palacio Torre Tagle), siendo recibida por el vicecanciller y embajador Iván Higueras para recorrer el ambiente especial donde se exhiben tres documentos originales e históricos en el vínculo bilateral: Tratado preliminar de paz, amistad, comercio y navegación (1873); Cartas autógrafas del emperador Mutsushito sobre el nombramiento de un embajador en el Perú (1905); y, la Carta autógrafa del emperador Yoshihito designando un representante para asistir a las conmemoraciones por el centenario de la batalla de Ayacucho (1924):, asimismo, una muestra del sello postal y el matasello que evoca el 150 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas.
Interesada en la cultura inca, la integrante de la Casa Imperial hizo un viaje a la Capital Arqueológica , donde hizo sendas visitas al Museo de Sitio Q’oricancha, sobre cuyos muros se levantó el templo de Santo Domingo, la Basílica Catedral del Cusco (antiguo palacio Wiracocha) y la Plaza de Armas, aprovechando para intercambiar saludos con los transeúntes y turistas que se agolpaban para tomarles fotos y vídeos; igualmente lo hizo en un recorrido por la ciudadela incaica de Machu Picchu y la fortaleza de Sacsayhuamán, cerrando con una visita a la Municipalidad Provincial, en la cual se le entregó la Medalla de la Ciudad y un traje típico de la región.
De retorno a Lima, Kako asistió y compartió varias horas en un plantel dedicado a escolares con problemas de audición, conversando con ellos en el lenguaje de signos; igualmente, participó de un encuentro con los educandos de la Inicial del Colegio La Unión, los niños con la tradicional vestimenta “hippie”, agitaban banderas peruanas y japonesas, a la par de dialogar y observar las tareas que desarrollan en las aulas.
En su despedida del Perú, la princesa Kako fue sorprendida con un concierto musical (fuera del protocolo oficial) a cargo de Lucho Quequezana –quien incluso actuó presencialmente en el propio Palacio Imperial-, pues los príncipe Akishino y Kiko son asiduos melómanos y admiradores del artista nacional.
Quequezana agradeció las palabras de Kako cuando le reiteró que sus padres eran fans de su calidad musical interpretativa; la princesa estuvo de plácemes al escuchar y disfrutar de las notas de El cóndor pasa –considerado Himno Nacional- y otras melodías con instrumentos andinos.
Y la princesa retornó a Tokio para continuar sus tareas de profesora y representante de la Casa Real, dejando huella indeleble en el corazón de los peruanos.

La princesa Kako (c) de Japón participa en un recorrido por los vestigios del templo inca del Qoricancha (templo del Sol) y la Catedral de Cuzco, hoy, en la ciudad de Cuzco (Perú), país que visita para conmemorar los 150 años de relaciones diplomáticas bilaterales. EFE/ Sharon Castellanos

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