Con voz firme y serena, Manuela Salhuana de Lichang agradece a Dios y a sus hijas, Blanca y Dora, el haber llegado a cumplir la edad de 100 años con bienestar y salud, disfrutando del vivir diario. Y, ¿cuál es el secreto de la longevidad?, preguntamos y responde con pícara sonrisa: “Vivir con honestidad, fe, alegría y sirviendo al prójimo, uniendo a la familia y superando las dificultades con perseverante voluntad de lucha y esfuerzo para vencer los retos que pone el destino”.
Difícil trance pasó cuando primero quedó viuda, con dos pequeñas niñas, y, a los pocos días, falleció su progenitora. “Sí, fueron grandes pérdidas, causándome gran dolor. Pero había que afrontar la realidad y decidí seguir adelante, sin encerrarme en la viudez o enterrarme en la tristeza. Ponía y pongo música a la vida para seguir adelante, mientras los tantos buenos recuerdos me acompañan”.
Y si bien la pandemia de la Covid-19 obliga a restricciones sanitarias y sociales, a través del hilo telefónico, rememora la niñez en la hacienda familiar de Ica, recorriendo los frutales con su homónima abuela, acompañando en calidad de solista y en los coros a su padre y también profesor de música en las tertulias familiares y en los grandes eventos religiosos, Pascua de Resurrección, Pascua de Natividad y otros.
Nunca olvidará las caminatas a la playa en compañía de su abuelita de quien recibió sabias enseñanzas.
Con memoria prodigiosa y muchas ganas de celebrar la vida, doña Manuela recibió su cumpleaños número 10o rodeada del amor de sus hijas Blanca y Dora