Pandemia ha hecho evidente la fragilidad y las limitaciones en la capacidad de reacción que tienen las naciones para enfrentar emergencias sanitarias globales
Por: Juan Carlos Capuñay
Ex Embajador del Perú en Japón, China y Singapur
El complejo escenario internacional del Siglo XXI, caracterizado por el resurgimiento del proteccionismo, la desglobalización, el recurso unilateral, el cambio climático y sus consecuencias en términos de seguridad alimentaria y preservación de recursos hidrópicos, se ha visto hoy en día agravado por el hecho de la aparición de una epidemia causada por el coronavirus, que ha alterado el ritmo y el estilo de vida de la humanidad. Por sus derivaciones, esta epidemia bien podría ser calificada como una de las mayores en toda la historia, en razón de la circunstancia que aún no ha alcanzado su “pico” en muchos países y que no se descarta una segunda ola de infecciones durante el invierno en el hemisferio norte.
El surgimiento del Covid-19 ha hecho evidente la fragilidad y las limitaciones en la capacidad de reacción que tienen las naciones para enfrentar emergencias sanitarias globales, no obstante, el avanzado nivel que muestra la ciencia y la tecnología. Asimismo, que cuan escaso es el conocimiento que se tiene sobre la persona humana en su relación con la naturaleza. Las consecuencias de esta pandemia han demostrado también a nivel mundial la falta de medidas de prevención en muchos países en materia de seguridad sanitaria. Esta pandemia ha podido manifestarse de distintas maneras y en diferentes escenarios, pues ha tocado todos ámbitos de la seguridad internacional, incluidos los económicos, sanitarios, ambientales y sociales.
La ausencia de un compromiso internacional en torno a la problemática del cambio climático, el predominio de intereses unilaterales en detrimento del espacio multilateral, la falta de una actitud consecuente con las cada vez mayores migraciones laborales, el aumento en la brecha del desarrollo, los obstáculos al comercio y al acceso al financiamiento han sido entre otros factores, el caldo de cultivo apropiado para el surgimiento y expansión del coronavirus. Ha podido avanzar por la confluencia de estas tendencias globales negativas. Es a partir de este enunciado que sería importante plantearse las alternativas al nivel internacional y nacional que hagan posible, por un lado, la normalización en los niveles sanitarios mínimos y, por otro, reactivar la economía nacional y evitar una recesión.
En ese sentido, resulta imprescindible insistir en la necesidad que la comunidad internacional busque acordar medidas correctivas convergentes a nivel multilateral, más allá de consideraciones ideológicas o políticas nacionales de coyuntura. De esa forma, se podría hacer un uso concertado del avance tecnológico y la innovación en los esfuerzos para enfrentar la epidemia y encontrar la vacuna. La posición dela Organización Mundial de Salud (OMS), ha sido insistente en la importancia de la cooperación internacional en la prevención y mitigación de la epidemia, propuesta que debe recibir el pleno respaldo del concierto de las naciones. Las traslativas de la OMS desde el momento que se conoció el surgimiento de la epidemia han permitido a muchas naciones contar con líneas precisas de trabajo para hacer frente a sus respectivas problemáticas nacionales.
Sobre este particular, es importante examinar la posición asumida por el Gobierno de China desde el momento en que apareció el coronavirus, así como sus alcances a nivel global. El Gobierno chino actuó de manera concertada con los respectivos estamentos de su sociedad y su economía, promoviendo una respuesta coordinada, firme, comprometida y sostenida en favor de su población. Esta actitud pragmática le permitió alcanzar resultados evidentes en la recuperación de las actividades de la sociedad china en su integridad. Para los fines de este artículo, son importantes los alcances internacionales de esta posición y su correlato ante las emergencias que enfrentan otras naciones. La cooperación ofrecida por China a terceros países ha permitido a Europa y Asia enfrentar la epidemia y controlarla. De igual manera, ha ofrecido cooperación a América Latina, compartiendo buenas prácticas y mediante la provisión de equipos y materiales para su uso en el control de la epidemia. Más recientemente mediante la presencia de personal médico y de apoyo en los países que lo requieren, entre ellos el Perú. Ha sido a partir de la experiencia de China y su apertura para fines de cooperación, que América Latina puede contar y tener acceso a una plataforma de conocimiento y recursos para hacer frente a la crisis sanitaria. De no haber existido una estructura de cooperación de esta naturaleza, se habría afectado de manera sustantiva no solo los esfuerzos de la comunidad internacional para controlar y eliminar la epidemia, sino también las iniciativas a futuro para acrecentar y garantizar la seguridad integral.
Desde una perspectiva multisectorial, a la necesidad de preservar la salud y bienestar de la humanidad mediante sistemas de atención médica apropiada, es imprescindible la existencia de programas de recuperación económica con el concurso de todas las naciones. En ese sentido debería promoverse la colaboración empresarial y fomentar iniciativas de creación de cadenas mundiales de producción en favor de las pequeñas y medianas empresas. En países como el Perú, más del 90% de la población económicamente activa labora en este sector, que en muchos casos es informal. De esa manera, se ofrecería mejores posibilidades a las naciones en desarrollo, evitando al mismo tiempo nuevas corrientes migratorias en busca de trabajo e ingresos, con los riesgos que ello conlleva para la estabilidad y seguridad internacional.
Un aspecto importante para los países en desarrollo como el Perú es el de la brecha digital. Hoy en día resulta poco probable que la educación retome su modalidad presencial en un corto plazo, que la población laboral retorne a sus centros de labores de inmediato y que las oficinas de apoyo gubernamental vuelvan a atender de manera normal.
A ello se suma que existe una evidente carencia de sistemas interconectados a nivel de los centros de salud y hospitales, que permitan un control y monitorio del avance y control de la epidemia. Es necesario la asimilación del Perú a una economía digital por medio de la implementación de la estructura G5 para incentivar y reactivar su economía y sociedad. Ya otros países en desarrollo, incluidos algunos de América Latina, lo han hecho y han podido enfrentar de manera comprensiva esta epidemia. A partir de esas experiencias se podría acceder a las buenas practicas e implementación de los programas de trabajo sobre gobierno digital aplicados a la salud, educación y empleo. La empresa Huawei de China tiene uno de los sistemas avanzados del mundo en G5 y bien podría ser adoptado como referencia fundamental para su aplicación en el Perú.
De otro lado, los riesgos globales que se derivan del covid-19 hacen necesario generar de manera correspondiente un consenso alrededor de las iniciativas globales y regionales de integración, como la mejor forma de reforzar el entendimiento y las acciones concertadas. Puede mencionarse la Alianza del Pacifico a nivel de América Latina, el APEC en la dimensión del Asia Pacifico, la Unión Europea, la Asociación Regional de Cooperación del Sudeste Asiático y la Iniciativa de Una Franja y Una Ruta en el Asia (BRI,siglas en ingles). Esta última iniciativa reúne en su esquema de trabajo los ámbitos económico, comercial, cultural, tecnológico y educativo, lo cual le otorga un amplio espectro, dando sustento a la concertación y canalización de propuestas amplias y multisectoriales de crecimiento y desarrollo. En su funcionamiento, BRI no es condicionante en términos políticos ni excluyente en términos culturales y sociales, pues sustenta en las voluntades de las partes para acercar tratativas nacionales hacia un desarrollo compartido.
Una vez concluida la fase de control del covid-19, desde una perspectiva global, debería respaldarse la vigencia del Pacto de Cambio Climático y apoyar los trabajos que a ese respecto han llevado a cabo los foros multilaterales. En la tarea inmediata, sería importante establecer algún mecanismo de coordinación para prevenir nuevas epidemias, un esquema concertado de alerta temprana. A nivel nacional, la implementación del gobierno digital en los sectores económico y gubernamental. De no ser así, la gran incógnita será cual podría ser el futuro de la humanidad si es que no se encuentran estos espacios de consenso. Las consecuencias de esta epidemia podrían aun durar muchos años más si es que no se tiende un puente basado en el dialogo y la flexibilidad con miras a garantizar el desarrollo humano, su prosperidad y su seguridad.
Finalmente, en el caso del Perú, en el mediano plazo, el Covid-19 debería ser visto más allá del peligro y riesgo que representa para la gobernabilidad, como una oportunidad para la modernización del país, para su asimilación a la Cuarta Revolución Industrial que trae la economía del Siglo XII. De esa forma, la celebración del Bicentenario en el 2021 sería la oportunidad propicia para ver con mayor optimismo el futuro de la nación.