Editorial

Expectativas sobre el mundo y el Perú-China
El permanente conflicto entre las grandes potencias del mundo y la crisis interna que agobia hacen recordar el alcance de la letra del tango “Cambalache”, confundiendo al ciudadano común y corriente de cualquier punto del orbe sin sintonizar que “la inteligencia sirve para ganarse la vida y la sabiduría para saber vivir y convivir en paz y con bienestar”. En lugar de centrarse en ámbitos como el fortalecimiento integral de la sociedad, en optimizar el entorno social e impulsar el desarrollo con calidad, la convivencia pacífica se desvanece y la conciencia se desnaturaliza.
Los llamados al diálogo son repetitivos y caen en el desencanto, pues finalmente los grandes países líderes siguen en sus vanas luchas por la hegemonía y controlar al resto en base a su poderío bélico, atizado con patéticas demostraciones de presunta envergadura nuclear –cierta o incierta- que, destruirá, al planeta. En el plano interno, la situación es similar, más allá de sicariato, extorsión, corrupción, desempleo y otros males, se perfilan, según conteos preliminares, alrededor de cincuenta tiendas partidarias para el sillón del Poder Ejecutivo y los 190 escaños del Poder Legislativo. En tanto, el Poder Judicial y el Ministerio Público andan en pugnas internas y sin resolver casos relevantes para producir luces de confianza y seguridad entre la ciudadanía.
La incertidumbre y la desconfianza desestabilizan a la comunidad y potencializan el caos. Y eso se vive por citar, en el exterior, con la aplicación mutua de elevar aranceles en ida y vuelta; en lo interno, con la política de los oídos sordos y la voz muda cuando “las papas queman” Hay diálogo efectivo para convencer a los seguidores, pero las trapacerías se resuelven, cuándo no, bajo la mesa.
En lo estrictamente nacional, el hub portuario de Chancay, a tres meses de su inauguración, empieza a ser operativo, no solo por haber movilizado 292 millones de dólares por el ingreso y salida de mercancías, hacia y desde Shanghái, sino también porque Colombia, Chile y Ecuador se suman como rutas alimentadoras para una conexión directa con el Asia oriental en menor tiempo y reducción de costos logísticos. Un avance casi silencioso pero hacer ver una corriente positiva hacia el futuro. Por cierto, el terminal portuario requiere mayor atención integral para un despegue más promisorio.
Finalmente, un análisis cuantitativo sobre la participación de las empresas chinas en la economía peruana acaba de publicar el Centro de Estudios sobre China y Asia Pacífico (CECHAP) la Universidad del Pacífico (UP); el documento, en su edición XII, corresponde a febrero de este año, ha producido cuatro bases de datos que recopilan y organizan información sobre las empresas chinas en la economía del país y su presencia en la provisión de servicios públicos entre 1992 y 2022.
En ese lapso de tiempo, ha identificado la participación de 208 empresas chinas, desde las primeras establecidas, Shougang Corporation (1992) y, un año después, la China National Petroleum Company (CNPC), estimándose que hasta fines de 2023, la inversión china directa ascendía a 27 877 millones de dólares, equivalente al 22% de la Inversión Extranjera Directa (IED), consolidándose como uno de los principales países inversores en la economía peruana.

Carlos Acat Koch
Editorialista