Una historia presente
Foto: El Orden Mundial
El imperio español la puso en el mapa occidental del mundo entre 1626 y 1642, cuando fue su colonia. Fue bautizada como Isla Hermosa; hoy, Taiwán, donde 5 000 estudiantes aprenden español. Un poco más grande que la isla de Sicilia y más pequeña que Suiza, esta región de 23 millones de habitantes se ha convertido en una de las zonas más sorprendentes del mundo.
La economía de Taiwán, aunque no pueda equiparase a la de una potencia, desempeña un papel fundamental en la cadena de valor de la economía mundial, especialmente en el campo de los semiconductores. La isla (uno de los cuatro tigres asiáticos), se ha convertido además en modelo para las sociedades. Y geoestratégicamente constituye una placa tectónica que, si cede, pondría fin a la paz establecida tras la II Guerra Mundial. Taiwán, para analistas políticos, es el eje del equilibrio del Indo-Pacífico.
Pero desde la República Popular China se insiste en que el estatus de Taiwán, es transitorio y que el final de esta transición nunca podrá ser la independencia. China no tolerará ningún intento de dividir el país; la reunificación, es una tarea histórica para el Partido Comunista Chino (PCCh). Lejos está el 2005, cuando Beijing y Taipéi llevaron sus relaciones a su mejor momento histórico y firrmaron la Tercera Cooperación, contra el secesionismo taiwanés, lo que equivalía a una reunificación de hecho. Esta estrategia quedó abortada en el 2014. Las nuevas generaciones de taiwaneses no tienen una práctica conexión con la parte continental.
El modelo “un país, dos sistemas”, propuesto por China, ha perdido atractivo para la isla, teniendo como experiencia lo ocurrido en Hong Kong. Las alianzas se refuerzan en el Indo-Pacífico, con Japón que cruza ya la línea por Taiwán y una Unión Europea que refuerza sus lazos económicos, tecnológicos y políticos con Taipéi.
Pese a la incertidumbre generada por el mandatario estadounidense, Joe Biden, con sus declaraciones sobre el envío de tropas, EEUU sigue instalado en su ambigüedad estratégica. Es decir, que todo se quede como está ahora. Una ambigüedad nada ambigua.