Con el Ohigan
En memoria a los ancestros y en el marco conmemorativo a los 123 años de inmigración japonesa y por el significado del Día de la Amistad Peruano-Japonesa, se desarrolló en el Dai Hall del CCPJ un acto protocolar en el que se revitalizó la unidad de dos pueblos y se puso énfasis en la voluntad de preservarla y fortalecerla con miras a un futuro de pleno bienestar de la humanidad.
El acto espiritual, Ohigan, se inició con la aparición de la venerable Jisen Oshiro, de la comunidad budista Sotoshu del Perú, y el tañido de las siete campanadas; dando pie a la ritual ceremonia del té y colocar la infusión en el altar budista, en la que los asistentes acompañaron con el gasho (unir las manos), rai hai (reverencia), oshoko (incienso) y colocación del mako.
El titular de la APJ, Andrés Miyashiro, el embajador Kazuyuki Katayama y la adolescente María Watanabe Takayama, elevaron sentidas palabras, en español y japonés, de respeto, gratitud y admiración por los antepasados, revalorizando el legado que dejaron y el compromiso de continuar cultivándolos y difundiéndolos.
Posteriormente, se escenificó un programa artístico, entre ellos la danza que narra el sembrío, cultivo y cosecha del té en el Monte Fuji y la Contradanza de Huamanga, con la actuación de Kikunokai APJ Nihon no Odori y Perú Nikkei Ritmos y Colores, respectivamente.
Al finalizar el acto, cada uno de los asistentes recibió el típico Obento.